Steven Osorio Anaya, MD*, Arnulfo Torres Guerrero, MD**
* Residente de primer año de Otorrinolaringología, Universidad de Cartagena.** Profesor y Otorrinolaringólogo, Universidad de Cartagena.
Historia del artículo:
Recibido: 24 enero de 2014
Revisado: 3 febrero de 2014
Aceptado: 8 febrero de 2014
Resumen
Los paragangliomas son tumores infrecuentes, que tienen origen en las células de
la cresta neural. Su presentación en el nervio vago representa tan solo el 5% de
estas neoplasias en cabeza y cuello. Las manifestaciones clínicas más frecuentes
son la presencia de masa indolora en cuello, disfonía y plenitud faríngea, seguidas
por la parálisis del X y XII par craneal. La valoración imagenologíca inicial se
realiza con tomografía computarizada contrastada del cuello, la cual se puede
complementar con estudios de resonancia magnética y angiografía. El manejo
quirúrgico de estos tumores es ampliamente aceptado, y existen controversias en
cuanto a la embolización prequirúrgica. Se revisa la literatura y se presenta el caso
de una paciente con masa cervical en nivel II derecho, de dos años de evolución,
impresión diagnóstica clínica e imagenologíca de paraganglioma del vago,
manejada en la E.S.E. Hospital Universitario del Caribe, con resección quirúrgica
previa embolización.
Palabras clave:
paraganglioma, nervio vago, tumores
de cabeza y cuello, embolización
terapéutica
abstract
Paragangliomas are rare tumors that originate in the neural crest cells. The
involvement of the vagus nerve represents only 5% of such head and neck
neoplasms. The most common clinical manifestations are the presence of painless
mass in the neck, hoarseness, pharyngeal fullness, followed by the X and XII
cranial nerve paralysis. The initial radiographical assessment of these patients is
performed with an enhanced CT scan of the neck, and could be complemented with
magnetic resonance and angiography. The surgical management of these tumors is
widely accepted, and there are controversies regarding preoperative embolization.
We performed a literature review and present a case on a female with two years of
right neck mass involving the level II, whose clinical and imaging approach focus
on vagal paraganglioma, which was treated at the ESE Hospital Universitario del
Caribe with surgical resection and previous embolization.
Key words:
Paraganglioma, vagus nerve, head
and neck neoplasms, therapeutic
embolization
Introducción
Los paragangliomas son tumores raros, que se originan en
las células de la cresta neural, y representan el 0,012% a
0,03% de todos los tumores. De este porcentaje, solamente
el 3% se presentan en cabeza y cuello, y corresponden al
0,6% de los tumores de esta región (1-3).
En orden de frecuencia, los paragangliomas en cabeza
y cuello van a presentarse como tumores del cuerpo carotí-
deo, yugulotimpánicos o vagales. Estos últimos representan
el 5% de este grupo de tumores en la región cervical, y en
series recientes se han descrito hasta en un 11,7% (2-5). De
igual manera, pueden aparecer en cualquier punto del recorrido
del nervio vago, pero su ubicación más frecuente es a
nivel del ganglio nodoso (6, 7).
Según la última clasificación de tumores de cabeza y cuello,
de la Organización Mundial de la Salud, realizada en el
año 2005, estos tumores se incluyen dentro de las neoplasias
del sistema neuroendocrino difuso, y anteriormente tenían
otras denominaciones, como quemodectoma o glomus vagal
(6). La función de las células paraganglionares se desconoce;
se ubican en la aorta, cuerpo carotídeo, pulmón, oído medio,
vena yugular, médula suprarrenal, ganglio ciliar, laringe,
cavidad nasal, senos paranasales, cadena simpática, nasofaringe,
tiroides, entre otros sitios, donde pueden dar origen a
estas neoplasias (3).
Reporte de caso
Mujer de 40 años, que asistió a la Sección de Otorrinolaringología
del Hospital Universitario del Caribe, con masa
cervical de aumento progresivo en nivel II derecho, no dolorosa,
sin ningún otro síntoma. Al examen del cuello se
evidenció masa de 20 x 16 mm en el nivel II derecho, no
dolorosa ni pulsátil, sin thrill.
En la tomografía computarizada del cuello contrastada
se evidenció imagen de 2,5 cm en su diámetro mayor,
con realce temprano a la aplicación del medio de contraste, posterior al ángulo mandibular derecho, en el nivel de la bifurcación
carotídea, la cual rechaza la vena yugular interna
y la comprime (figura 1), reportada como tumor del cuerpo
carotídeo. Se solicitaron niveles de metanefrinas en orina
de 24 horas, hemograma, hormona estimulante de tiroides y
pruebas de coagulación, los cuales se encontraron en rango
de normalidad. Además, se solicitó angiorresonancia, que
mostró lesión tumoral sólida altamente vascularizada, con
diámetro de 26 x 16 mm lateral a la bifurcación carotídea
derecha (figura 2a), la cual rechaza hacia anterior y medial
la arteria carótida interna; se realizó diagnóstico de paraganglioma
del nervio vago derecho. Se practicó arteriografía
(figura 2b) más embolización, y se llevó a resección quirujica a través de cervicotomía.
Intraoperatoriamente se
evidenció tumor dependiente del nervio vago, con diámetro
de 4 x 3 x 2 cm lateral a la bifurcación carotídea derecha
(figura 3), y se resecó en su totalidad. La histopatología
confirmó paraganglioma del nervio vago. Inherente a este
procedimiento, la paciente presentó parálisis del pliegue
vocal derecho en posición paramediana, y tiene pendiente
realización de fonocirugía.
Discusión
Los paragangliomas de cabeza y cuello son tumores infrecuentes,
cuyo compromiso del nervio vago cervical es
poco usual. Las manifestaciones clínicas más frecuentes
son masa indolora en cuello y disfonía, en un 73 y 36% de
los pacientes, respectivamente (4). En menor orden se manifiesta
plenitud faríngea, aspiración, parálisis del XII par
craneal, síndrome de Horner, disfagia y síntomas secundarios
a producción de catecolaminas (en el 2 a 5%) (4, 8).
Por su presentación como masa cervical, es necesario hacer
diagnóstico diferencial con schwannomas, adenomegalias,
tumores submaxilares o aneurisma de arteria carótida (9).
Esta neoplasia es más frecuente en el género femenino,
con una relación de 2:1 al nivel del mar, la cual aumenta hasta
8:1 en altitudes mayores (9). Su presentación se da entre
la tercera y cuarta décadas de la vida para casos de paragangliomas
múltiples, y entre la quinta a sexta décadas para
casos esporádicos, como el que se reporta aquí (10).
En caso de antecedente familiar, la incidencia puede
alcanzar hasta un 19,4%; tiene una gran relación con la mutación
del gen de la succinildeshidrogenasa, enzima con un
rol importante en la fosforilación oxidativa en el ciclo de
Krebs (5). Esta alteración genera aumento de la incidencia de
paragangliomas en poblaciones expuestas a alturas mayores
de 2.000 metros sobre el nivel del mar, debido al aumento de
mediadores celulares inducidos por hipoxia, como el factor
de crecimiento endotelial vascular (VEGF, por sus siglas en
inglés), lo que promueve la angiogénesis, inactiva la apoptosis
y aumenta la proliferación celular (3, 11).
Se pueden presentar de manera bilateral o múltiples en
un 20% de los casos, los cuales se relacionan con síndromes
hereditarios (12). Un 10 a 50% de los paragangliomas vagales
tienen patrón familiar o hereditario, como la asociación
con neoplasias endocrinas múltiples (MENI o MENII), el
síndrome de Von Hippel-Lindau, la neurofibromatosis tipo
I. También se pueden acompañar de tumores sincrónicos o
metacrónicos (3, 8, 13).
La malignización de los paragangliomas de cabeza y cuello
puede variar, según su origen, y se presentan en un 16 a
19% en el nervio vago, comparados con un 2 a 5% de los yugulotimpánicos,
y 6% en tumores del cuerpo carotídeo (5, 14).
Teniendo en cuenta que los paragangliomas vagales pueden
ser productores de catecolaminas entre el 1 y 5% de los
pacientes, se recomienda realizar mediciones de metanefrinas
en orina durante 24 horas (11).
La valoración imaginológica en los paragangliomas del
nervio vago se realiza por medio de tomografía computarizada
contrastada, resonancia magnética y angiografía (4).
Las imágenes por ultrasonografía son de poca utilidad en
estos tumores, pues no es diagnóstica y requiere de estudios
complementarios (15). Por otro lado, la tomografía contrastada
muestra una masa circunscrita, que realza rápidamente
al momento de la aplicación del medio de contraste (13). La
angiografía se utiliza como imagen diagnóstica y para la embolización,
24 a 48 horas antes de la cirugía, en la cual se evidencia tumor vascularizado que desplaza medial y anteriormente
las arterias carótidas (ver Figura 2b), sin ampliar
el ángulo de la bifurcación carotídea, como en el caso reportado,
mientras que los tumores del cuerpo carotídeo tienen
una localización más cercana a la bifurcación y dan una imagen
de lira (9, 15-18). La angiorresonancia se considera el
estándar de oro, observándose una masa con apariencia en
“sal y pimienta”, hipointensa en T1 e hiperintensa en T2, que
característicamente aumenta de intensidad a la aplicación del
contraste (1, 12, 16).
Se debe evitar la toma de biopsia, por su rica vascularización,
alto riesgo de sangrado y falsos negativos (7, 18).
De igual manera, la angiografía se reserva para pacientes en
quienes se considere cirugía (19).
Teniendo en cuenta los hallazgos imaginológicos de los
paragangliomas vagales, recientemente se ha aplicado la clasificación
de Netterville-Glasscock, en donde A corresponde
a tumores confinados al cuello, B hace referencia a tumores
en contacto con el foramen yugular, y los tipo C presentan
una extensión dentro del foramen yugular, con extensión
intracraneal o sin ella (15). En el 2011, Obholzer y colaboradores
(10) describieron otra clasificación en paragangliomas
cervicales, organizándolos de 1 a 4, y colocando el sufijo “C”
si son tumores del cuerpo carotídeo, o “V” si son del nervio
vago (ver tabla 1). El caso reportado se clasifico como un
Netterville-Glasscock tipo A, y una clasificación Obholzer
tipo 1V. Estas clasificaciones permiten ofrecerle al paciente
un plan de tratamiento, y valorar el riesgo de presentar lesión
vascular o nerviosa en el procedimiento quirúrgico (10).
Tabla 1. Clasificación de paragangliomas cervicales, en la cual se agrega el sufijo C para tumores del cuerpo carotídeo, o V si se refiere a un tumor del nervio vago. Adaptada de Obholzer, Hornigold (10). ACI: arteria carótida interna.
- Confinado a 2 cm de la bifurcación carotídea y que envuelve menos del 50% de la ACI, sin déficit de nervios craneales.
- Se extiende más de 2 cm de la bifurcación carotídea o envuelve más del 50% de la ACI, o está asociada a déficit de par craneal y tiene un margen mayor de 2 cm de la base del cráneo.
- Está a menos de 2 cm de la base del cráneo.
- Tumores bilaterales o múltiples.
El tratamiento más aceptado para este tipo de tumores es
la resección quirúrgica, en la cual la preservación del nervio
vago resulta excepcional, a diferencia de los paragangliomas
yugulotimpánicos o los tumores del cuerpo carotídeo, donde
se pueden preservar los nervios craneales (12, 20, 21). La cirugía
está indicada en los casos de paragangliomas solitarios,
potencialmente resecables, en pacientes con baja morbilidad
(20). El abordaje cervical es el más usado para la resección
de esta neoplasia, reservando los abordajes infratemporales
cuando hay extensión a la fosa yugular (3, 22). La embolización
prequirúrgica reduce el sangrado, el tiempo operatorio
y la estancia hospitalaria, y disminuye la lesión del XII par;
sin embargo, existe controversia sobre su aplicación, debido
a la falta de evidencias (4, 7).
El trastorno de la deglución es la complicación posquirúrgica
más esperada, y persiste crónicamente en la mitad de
los casos (15). En menor proporción, puede existir compromiso
de pares craneales y nervios cervicales, que en orden
descendente afecta al nervio vago, hipogloso, espinal, glosofaríngeo
o facial, o lesión de la cadena simpática cervical
(20). La aspiración es la complicación que genera mayor
morbilidad; puede manejarse con terapia de deglución, o
quirúrgicamente con tiroplastia de medialización si no hay
mejoría (3, 4, 7).
Por tener una tasa de crecimiento tumoral baja (alrededor
de 1 mm/año), se puede considerar un manejo vigilante
activo en pacientes con paragangliomas vagales con alta
morbilidad o avanzada edad (15).
La radioterapia se considera una opción terapéutica, pero
no existe consenso en cuanto las indicaciones en este tipo
de tumores. Esta se utiliza en pacientes con paragangliomas
vagales de presentación bilateral o múltiple, recaídas tumorales
posquirúrgicas, tumores malignos, infiltración vascular,
o en adultos mayores con comorbilidades severas. Para este
tipo de tumores se utiliza una dosis total de 45 a 50 Gy, en
fracciones de 2 Gy durante 5 semanas, aumentando la dosis
en paragangliomas malignos, con administración de 60 a 70
Gy dosis total (12, 15, 19). Dentro de las complicaciones
de las radioterapias se puede presentar osteorradionecrosis,
tumores inducidos por radiación, entre otros (23).
El éxito quirúrgico se mide con la resección total del tumor
y la no recurrencia del mismo, mientras que el éxito
de la radioterapia se valora con la ausencia de crecimiento
imaginológico del tumor (20). En este orden de ideas,
dependiendo de la serie reportada, el éxito de la resección
quirúrgica de paragangliomas del nervio vago es cercano al
100%. Por otro lado, en los pacientes que van a radioterapia
se minimiza el tamaño del tumor y la tasa de crecimiento,
generando un control local del 90-94% durante 10 a 15 años
(19, 20).
El seguimiento se debe realizar anualmente, con ultrasonografía
de cuello en el caso de paragangliomas del nervio
vago o tumores del cuerpo carotídeo, y resonancia magnética
contrastada en los tumores yugulotimpánicos (20).
Conclusiones
Los paragangliomas del nervio vago son un reto diagnóstico,
por su baja incidencia. Las imágenes se convierten en parte
fundamental para su identificación y diferenciación de otros
tumores cervicales. Se deben adoptar clasificaciones, con el
fin de homogenizar conceptos y establecer el pronóstico y la
terapéutica. El manejo quirúrgico sigue siendo el tratamiento
de elección, reservando la radioterapia para aquellos casos
en donde exista contraindicación de cirugía o malignización;
sin embargo, no existe consenso para sus indicaciones.
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